Además, la desertización amenaza especialmente al sur de Europa. Una de sus manifestaciones es la pérdida de suelo. Las tasas medias de erosión del suelo por agua en la Unión Europea ascienden a 2,46 toneladas por hectárea por año, resultando en una pérdida anual total de suelo se estima en 970 megatoneladas, según Eurostat.
Según un informe de la Agencia Europea de Medio Ambiente sobre los problemas de los recursos hídricos en el sur de Europa, la desertificación va ligada a un 'círculo vicioso', ya que "puede ocasionar una reducción de la infiltración en el suelo y, por tanto, un mayor flujo superficial, con el correspondiente aumento del caudal máximo de crecida. La desertificación también provoca modificaciones en la cubierta vegetal, que actualmente está sufriendo cambios rápidos como resultado de la deforestación, bien para obtener combustibles o bien para obtener más tierra cultivable. La cubierta vegetal nueva, si existe, se compone de cultivos o de una vegetación pobre. El suelo está desprotegido y la erosión ocasionada por el aumento del flujo superficial en el suelo es cada vez más grave, iniciándose así un proceso en espiral".
El informe destaca, además, que de todos los países de la ribera norte del mar Mediterráneo, España es más susceptible a sufrir la desertificación sobre todo en las zonas semiáridas dibido a su morfología montañosa con fuertes pendientes, fuertes lluvias con gran capacidad de erosión, condiciones climáticas que van de subhúmedo a semiárido, temperaturas y precipitaciones con grandes variaciones de un año a otro o sistemas sobreexplotados por el "delicado equilibrio" entre la disponibilidad de recursos hídricos y su explotación.
Así, en provincias como Almería, Granada o Jaén, la pérdida de suelo por erosión hídrica en en áreas agrícolas, bosques y áreas seminaturales se estimó entre 10 y 15 toneladas por hectárea en 2016 según Eurostat, mientras que en muchos lugares de España apenas alcanzó las cinco toneladas por hectárea. Otros países como Italia sufren también este tipo de pérdida de suelo en regiones del sur como Calabria o Sicilia.
<iframe style="width: 100%; height: 810px;" src="https://flo.uri.sh/visualisation/8733485/embed" title="Interactive or visual content" class="flourish-embed-iframe" frameborder="0" scrolling="no" sandbox="allow-same-origin allow-forms allow-scripts allow-downloads allow-popups allow-popups-to-escape-sandbox allow-top-navigation-by-user-activation"></iframe>
La desertificación contribuye directamente al cambio climático, ya que según señala otro estudio, los árboles consumen de forma natural dióxido de carbono, uno de los gases de efecto invernadero cuya acumulación contribuye al calentamiento global. La destrucción de los bosques no solo elimina esos "sumideros de carbono", sino que la descomposición y quema de estos árboles genera más cantidades de dióxido de carbono y metano, otro de los principales gases de efecto invernadero.
Además de la erosión, la pérdida de la humedad también es un efecto del cambio climático. Según datos comunitarios, gran parte del suelo europeo reflejó en 2019 un nivel distinto nivel de humedad con respecto al año 2000. Las mayores diferencias se concentraron en regiones centrales como Bélgica, Países Bajos, Alemania, Polonia o el norte de Italia.
<iframe src='https://flo.uri.sh/visualisation/10631149/embed' title='Interactive or visual content' class='flourish-embed-iframe' frameborder='0' scrolling='no' style='width:100%;height:600px;' sandbox='allow-same-origin allow-forms allow-scripts allow-downloads allow-popups allow-popups-to-escape-sandbox allow-top-navigation-by-user-activation'></iframe>